Nos hospedamos por 7 noches para pasar nuestras vacaciones en pareja. El edificio y los parques del hotel son muy lindos y, en general, la atención fue amable. Pero definitivamente no estuvo a la altura de las 4 estrellas que se atribuyen. Porqué: Para empezar, nuestra habitación era muy justa de espacio y bastante oscura. El ropero no lo usamos porque tenía un olor a humedad muy desagradable. Dejamos abiertas las valijas (carry on) en el piso y quedaba apenas espacio para caminar. De haber tenido valijas grandes, no sé cómo lo hubieramos resuelto. La habitación tampoco contaba con frigobar! Eso restó mucho a nuestra comodidad. En el ala donde se encontraba nuestra habitación, en general estaba desierta de personal (salvo en el horario que hacían la limpieza). Hay una recepción secundaria pero nunca hay nadie. Nos pasó lo mismo en la zona de piletas. La climatizada está pegada al restaurante, por lo que eventualmente uno se calza una toalla y va y pide. Pero en las del parque, un poco más alejadas, no había personal fijo disponible para pedir algo. Podían pasar horas hasta que aparecía alguien a preguntar si se deseaba ordenar algo. Al mismo tiempo, los platos con restos de otros huéspedes quedaban abandonados en alguna mesa por horas. Dos veces tuve la suerte de dar con el mozo. La primera le pedí un café, y su respuesta fue ”yo se lo traigo pero no sé si llega caliente... por la distancia” (obviamente desistí). La segunda pedí una bebida fresca (ya advertida de que el hotel no cuenta con bandejas con tapa para trasladar 100 metros un café) y tuve que esperarla por lo menos media hora. Se ve que el mozo quiso aprovechar el único viaje que pensaba hacer a la pileta y tuve que esperar que arme más pedidos. Tampoco pudimos hacer uso de la cancha de paddle más que una vez. Hay una única cancha, con llave y en la recepción entregan paletas y demás sin identificar la habitación. La falta de control generaba que alguien retuviera las cosas. En la cancha no había nadie, y nadie podía jugar... Lo que sí nos gustó: El hotel está muy bien ubicado, en una zona muy tranquila y residencial, a pasos de la costanera y del polo gastronómico. A media cuadra de su ingreso tiene una cochera con media sombra. No es muy grande y es a disponibilidad. Con hotel lleno no es suficiente, pero nosotros no tuvimos problema para encontrar cada vez un espacio. Tiene dos piletas en su parque trasero, muy lindas, rodeadas de verde (pasamos muchas horas allí, leyendo, disfrutando del agua y las aves), y una más grande y climatizada en el frente, junto al restaurante (que viene excelente para seguir pileteando cuando empieza a caer el sol). Los desayunos los disfrutamos mucho también. Era un buffet bien variado, con muchas opciones. Los mozos allí eran especialmente amables. Diego Sorba se dedicó a entretener a los huéspedes con la mejor de las ondas. Tocó la guitarra en los desayunos, organizó bingo en el restaurante y presentó dos obras en su auditorio. En el restaurante co
Molto buono
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