Viaje de trabajo, dos personas en sendas habitaciones. Pernocto la noche del 12 al 13 de julio. Llevaba contratada habitación y desayuno. Dejé hecho el pago por adelantado al realizar el check-in el día 12. El hotel en sí, sin ser pésimo, está notoriamente por debajo de la media nacional de un 3 estrellas: se le ve antiguo, apagado, muy necesitado de pintura y redecoración. Lo mejor, las dimensiones y limpieza de las habitaciones y la amabilidad de la camarera de habitación y la corrección de la recepcionista de la tarde-noche. Lo menos acorde a la teórica calificación de 3 estrellas: el baño y sobre todo el comedor, desangelado, con un desayuno más bien pobre, y carente de atención, ya que alrededor de las 10 a.m. compartía camarero (uno solo) con la aledaña cafetería a la calle del establecimiento. Hasta ahí, más acorde con un hostal o con 1 estrella que con un teórico 3 estrellas, pero creo sinceramente que aceptable al precio de 62€ en el mes de julio. Lo insólito vino después: había quedado a la mañana siguiente con un cliente, al que cité en el hall del hotel. Mientras, decidí bajar a tomar un café (nunca desayuno; tampoco en esta ocasión) en el comedor. El café, horrendo, y de hecho lo dejé en la taza porque era imbebible debido a un intenso sabor salado (sic). Unos minutos después me dirijo a la recepción para entregar la tarjeta y formalizar el check out. Y ahí vino la afrenta a manos de la recepcionista que estaba en el mostrador esa mañana (distinta repito a la de la tarde anterior): esta señora me inquiere para que le diga si tengo algún gasto y, en particular, si he desayunado, porque me ha visto salir del comedor y en ese caso tengo que abonarle 10 euros del desayuno. Sorprendido, le digo que no, que tomé (intenté tomar mejor dicho) un café y nada más, y para mi asombro, sin apenas mirarme, con un gesto desagradable y malencarado, muestra sus dudas y me dice que da igual que no desayune si he accedido al comedor: se adeudan 10 euros. Yo me planto, y educadamente le ofrezco ir a preguntarle al camarero (error mío), ante lo cual se va caminando a toda prisa hacia la cafetería, conmigo detrás (segundo error de principiante mío, repito, que nunca debí aceptar esa actitud de esta persona tan maleducada), y cuando el camarero viene (un señor mayor con igual actitud que ella), ni me mira, y a ella le dice que no lo sabe, que él ”vio cosas” en la mesa del comedor. Ante mi negativa, rotunda, me cobra el café, 1,60€, que le pago en mano. Finalmente, cuando compruebo la reserva que hizo la empresa me confirman que incluía desayuno. Para mayor inri. No es tanto el error por su parte, impropio, como el trato, antipático y despótico, que esta señora se permitió exhibir. Nunca me pasó nada parecido, y en este hotel no me volverá a pasar.
Eccellente
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