La Bodega de Quintín

Avaliação feita na sequência de 3 noites passadas neste hotel em férias de família, 2 adultos e 1 criança. Espaço muito limpo, cuidado e fresco. Quarto amplo, igualmente limpo aquando do check in e durante a estadia. Senti-me numa casa particular e não num alojamento. Na verdade fiquei com a sensação que estive sempre sozinho no edifício, já que me parece que não havia staff durante a noite. O aquecimento era terrível na medida em que não conseguia baixar a temperatura do quarto, por muito que programasse no display. Apesar dos 6 graus exteriores, na última noite dormi com a janela aberta. Sei que é Espanha mas seria importante alguém conseguir comunicar em Inglês, facilitava.

Tuvimos la suerte de que una amiga nos regase un fin de semana romántico en la Bodega de Quintín. Fue toda una experiencia fantástica , el viernes con una cata de vinos en las bodegas del sigloXVIII que hay en el sótano del hotel y que están muy bien conservadas . El sábado también estuvo muy bien com un concierto de cuerda, en una sala especifica para ese acto. El hotel está de diez con unas habitaciones super amplias , acogedoras y con mucho gusto. El pueblo también merece mucho la pena ,fuimos a comprar vino a la cooperativa que nos aconsejaron, el mismo que disfrutamos en la cata del viernes.. También hicimos una cata de aceite en un lagar de los mas antiguos de España y rematamos subiendo al castillo que tiene unas vistas del pueblo y campos excpetaculares. Gracias a Irene ,Alfonso y Silvia por hacer todo tan fácil . Muy recomendable volveremos. Javier Merino

Nos ha encantado el Hotel y la historia de las bodegas del Siglo XVIII que se encuentran debajo y que se pueden visitar. La arquitectura del hotel es contemporanea con una decoracion muy relajante y despues te encuentras con la sorpresa de las bodegas conservadas en perfecto estado. Hicimos la visita a la bodega con cata de vinos y quesos que nos gustó mucho y estuvo muy interesante y divertido. El hotel es confortable y tranquilo, y nos gustaria volver cuando el tiempo permita usar la pisicina que tenía una pinta estupenda Le doy las gracias al personal por el trato y la amabilidad.

El hotel se vende con la experiencia de la cata de vinos. Reservamos las habitaciones y en ningún lugar mencionaba que la cata la debíamos reservar y abonar aparte. El hotel esta en un pueblo donde no hay nada para visitar, por lo que si te alojas allí es para hacer la "cata". Cuando fuimos al salón nos increparon de muy mal modo diciéndonos que no teníamos reserva y que debíamos retirarnos exponiéndonos frente a los demás huéspedes. Un viaje de 8 mujeres que resulto fatal. El hotel no tiene lobby ni cafetería, por lo que no tienes donde sentarte, ni tomar un vaso de agua, es mas una casona antigua. Al llegar nos abrió la puerta e hizo el check in la señora de limpieza, todo muy raro. Claramente lo barato sale caro, recomiendo pagar un poco mas y alojarse en el Parador de Chinchón.

Compramos un plan en Fever de alojamiento, cata de vino y desayuno. Buena experiencia para desconectar y disfrutar de una cata de vinos. Es una cata de 4 vinos de uvas de la zona, de dos horas de duración, muy amena en la que Alfonso enseña y explica cómo hacer un cata y la historia de la bodega. Una experiencia recomendable, cerca de Madrid y con el alojamiento en la propia bodega, aspecto ideal para no tener que coger coche. Muy bonita la bodega y original el sitio donde realizana cata. Disponen de menú de cena, en mi opinión, con un precio elevado. El alojamiento, muy espacioso, bonito y limpio. Echamos en falta una neverita ena habitación así como que dispusiera de bañera. El desayuno es lo que menos nos ha gustado, muy básico y sencillo. Horario de 9:30 a 11:30h. Cuando entras te preguntan por el café que quieres y te lo sirven. Después, te traen una bandeja con el desayuno: dos panecillos de pan blanco, abierto y tostado; dos crusanes pequeños, de igual manera; dos tipos de mermelada, mantequilla, aceite, tomate natural rallado, 4 lonchas de jamón y 2 vasos de zumo de naranaja. A nuestro parecer, la parte más floja de la experiencia. Me parece arriesgado que traigan los panecillos y los crusanes cortados y tostados, primero, porque esto debería ser a gusto del consumidor (no todo el mundo tiene por que quererlo tostado) además de que se queda frío. Por otro lado, muy reducida la opción, solo jamón. No tener en cuenta otras opciones por gustos, intolerancias, personas vegetarianas etc me parece un fallo, sobre todo porque el menú de la cena si se veía muy elaborado. Por último, servir el café antes de la preparación del desayuno hace que te lo tomes frío. La persona que te sirve el desayuno es la misma que está en recepción. Aunque nosotros desayunamos los primeros y no tuvimos que esperar, teniendo en cuenta que es una única persona nos supo mal pedir que calentara el café ya que empezaron a bajar el resto de huéspedes. Es un alojamiento familiar, algo bonito y a tener en cuenta.

Lugar fantástico, nos sorprendió por su arquitectura fresca sobre sus bodegas del s.XVIII. Nos sentimos como en casa, trato, servicio e instalaciones. Aprendimos un montón sobre vinos, gracias a Alfonso, y la historia de las cuevas maravillosa. Nos encantó la estancia.