Utente ospite
15 agosto 2022
La peor experiencia de alojamiento de mi vida. Estuve en muchísimos lugares, en todos los estilos y niveles de alojamiento. Nunca, jamás me pasó que el dueño se ponga agresivo a la hora de plantearle algún inconveniente del lugar de estadía. Paso a describir: no teníamos muchas pretensiones, más que descansar dos noches en un medio agreste y tranquilo. Reservamos por Whatsapp, nos enviaron fotos y, si bien al llegar algunas cosas no eran como esperábamos (el lugar era más un quincho con dormitorio con el agregado de dos camas que una cabaña familiar y la cabaña no tiene acceso al río, sino un camino para ir en auto con un muelle, que está muy bien pero hay que ir en auto o caminar un buen trecho fuera del predio) , entendimos que el intercambio de fotos a veces nos hace ver más lo que queremos que la realidad. Todo iba bien hasta que volvimos el sábado con intención de darnos una ducha y salir a cenar. El baño era un charco, cosa que puede pasar... Después de hablar con la empleada me llamaron los dueños. La mujer fue amable e intentó alguna solución (compleja, porque la cabaña no tiene recepción ni nadie a cargo en el lugar sino a media hora en la ciudad)... Ahí empezaron los malos modos del dueño, con respuestas agresivas y pocas ganas de resolver el tema. Una media hora después la empleada llegó con un juego de toallas nuevo... Yo limpiaía el piso, y con las toallas secas nos acomodariamos. En eso entró un murciélago por la chimenea de la parrilla (claro, la parrilla está al lado de la cocina, porque como antes decía, es un quincho). El empleado lo mató (tuve que pedir un balde con agua y lavandina para limpiar la sangre del piso) y se fue, después de "tapar el hueco para que no vuelva a pasar". Hasta acá todo más o menos normal... pero a la media noche, llegamos de cenar en el centro y había un auto esperándonos en la puerta. Confiando en la tranquilidad del pueblo, entramos y bajamos a los chicos dormidos del auto... Una pareja baja del auto y sin presentarse se quedan mirando todo lo que hacemos. Después de acostar a los chicos fui a preguntar quienes eran: los dueños. A pesar de la hora, de que ya estábamos cansados y de invitarlo a conversar a la mañana siguiente, el dueño insistió en entrar a ver el baño. Minimizó la situación y me habló de forma muy agresiva, incluso para cobrar el resto (claro que pagué según lo acordado, pero la factura todavía no llega...) e irse ofuscado y agresivo. En la noche, evidentemente no hubo tal tapado del hueco de la chimenea, porque entró otro murciélago... Tuvimos que dormir los 4 en la cama matrimonial (no muy grande por cierto) para irnos por la mañana sin un pedido de disculpas, un gesto de atención ni nada por el estilo de parte del dueño.
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