La Alquería de Manu, antigua venta el Laminador

Para nosotros ha sido un acierto comer hoy aquí. La comida buenísima, hemos hecho caso de las recomendaciones, y estaba todo buenísimo.Mención especial al pulpo, de 10. La atención por parte de Isaac ha sido genial, muy atento y los tiempos perfectos! Volveremos sin ninguna duda!

El dueño esta dando la publi en el parking de río mundo y llegas y no hay la mitad de las cosas , carne de caza , ni solomillo de ternera y no te avisan , los platos servidos sin coherencia , el principal rabo de toro frío antes q la tabla de embutidos de caza , ( por cierto solo quedaba chorizo) en la mesa de al lado pide el camarero caldereta de cordero y apuntan de novillo , no se , calidad andan bien pero servicio y enterarse de las cosas van flojos , pedidnos solomillo de ternera y después de reclamar el plato pues no hay , pero lo gracioso q luego llega el jefe ( el de la publi) y dice q si q hay , bueno el caso q mi mujer se fue sin comer el principal Semidesastre

Teníamos una reserva de habitación doble pero al llegar al establecimiento no tenían constancia de ello, aún así nos la dieron sin problema ya que estaba completamente vacío el hostal. No buscamos lujos pero sí un mínimo de comodidades para pasar una noche de invierno y más pagando por ello un precio más que razonable. La habitación estaba congelada, no habían encendido la calefacción y nos dejaron un radiador electrico para calentarla, lo cuál fue misión imposible, pasamos un frío de muerte. Debieron conectarla tarde y hasta media noche aquello no se caldeó. La cama estaba sin preparar para el invierno, sólo con la sábana y una colcha fina...Tuvimos que ponernos nosotros mismos a echarle la manta y hacerla en condiciones. El agua caliente de la ducha no salía por más que lo dejamos correr, como nos indicó el dueño. Fue imposible ducharse esa noche y menos con el frío que hacía en toda la estancia... Realmente un desastre todo y una noche de lo más desapacible Luego se nos ofreció una cena que nos cobró a precio de hotel de cinco estrellas cuando era de lo más sencillo del mundo, pero el palo real fue en el desayuno, dos tristes cafés con dos trozos de pan tostado pequeños y una magdalena para cada uno por 10 euros. Realmente precios abusivos y una estancia llena de calamidades