Utente ospite
22 agosto 2022
Después de haber mirado en Google, llegamos y con sorna y medio chascarrillo le decía a unos clientes la señora de la recepción, por denominarla con educación de alguna manera, que si quería piscina que se fuera al parque acuático a dos kilómetros, que aunque hubiera fotos en internet, eso es que alguien lo había subido…. Habitación teórica con vistas al “bosque” que resultó ser la trasera de lo que se podría suponer que fuera o casa del guarda toda llena de gallos que no paran de gritar desde las 6 de la tarde que abrimos la puerta. Vistas a una trasera con una piscina toy, restos plásticos, un carro arrumbado de un barco, y entre 4 pinos un mar a la vista, una mar de plásticos de los invernaderos de los alrededores. Al abrir la habitación decepción absoluta, diminuto como si se tratase de la casa del bosque de los ebanistas de blanca Nieves, con un olor abominable e insescriptible que nos hizo permanecer fuera unos 5 minutos con puerta y ventana abierta, del baño mejor lo hacer ningún comentario, un olor, que tras dos horas con ventana abierta aún no habíamos conseguido eliminar. Nunca en mi vida había estado en un “hotel” con estas características. Colcha de flores, que daba repelus quitar a juego con las cortinas que daban respeto recoger para poder tener la ventana abierta… y para mayor sorpresa una vez quitada la colcha, unas sábanas de un color ni amarillo, ni gris, por supuesto de un material que no podemos describir pero que poco algodón contenía en sus fibras y con un olor entre cerrado y tabaco que no se podía imaginar que fuera posible que un establecimiento abierto al público pudiera tener. Por supuesto, no volveremos a repetir, ni recomendaremos a nadie, nos sentimos timados, engañados, y deduzco que cualquiera que pase por aquí tendrá la misma impresión. Totalmente una tomadura de pelo. Os abandono y sigo intentando anular de mi mente el kikikiriki de los gallos que corretean a escasos metros de la ventana. Buen verano!
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